LA PEOR ENFERMEDAD y EL MEJOR REMEDIO

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La medicina ha avanzado mucho..., enfermedades que antes eran mortales hoy se curan. Pero..., ¿Cual ha sido la mayor enfermedad de todos los tiempos? Algunos dirían que la lepra, otros se decantarían por la que la tuberculosis, y muchos estoy seguro que opinarían que la más gorda fue la peste, porque antaño... arrasó pueblos enteros.

Aún así, yo creo que a pesar de los indudables adelantos médico-científicos, en la actualidad tenemos a las dos peores..., el cáncer y el sida. Males sobre los cuales, la ciencia sigue trabajando.

Yo he tenido -la suerte-, periódicamente y cada cierto tiempo de pillarme alguna de las enfermedades más gordas, de las que DIOS me ha ido sacando, una tras otra.

Durante el servicio militar cogí una buena meningitis, que me hizo pasar parte de la mili en el Hospital militar Gómez Ulla. Luego una trombosis venosa profunda, que se volvió a repetir a los 4 años de forma más leve y ahora... esto.

No, no estoy quejándome, de todas he sacado muchas deficiencias físicas, pero grandes provechos interiores, hasta el punto de cambiar mi vida, antes... muy perdida. Antes no lo entendía, pero ahora sé que DIOS me iba dando con esos "males", buenos golpes de cincel... para prepararme.

Sobre esta nueva enfermedad... ¿que me aguardará ahora?, estoy expectante y muy confiante.

Lo que os puedo contar es. que ahora, que la estoy viviendo en primera persona, me doy cuenta de cosas en las que antes, nunca hubiera pensado.

La primera es, que esta enfermedad no respeta nada: sexos, condiciones sociales, ni edades. En mis sesiones de quimio veo de todo. Gente muy mayor y gente bastante joven. Hombres y mujeres. Algunos vienen con traje..., pienso que acuden a la sesión después del trabajo (me los imagino empresarios), otros más modestos y más jóvenes, vienen con sus libros tras haber acudido a las clases en la Universidad, que está cerquita del hospital. Hay de todo y ves de todo...

Otra cosa que puede ser coincidente o no, es que en cada sesión he visto más gente. Y uno se pregunta... ¿Es que está aumentando el número de personas que contraen esto?

Es como si la enfermedad se extendiera cada vez más, como siguiendo un invisible hilo conductor que va anudando a toda la humanidad.

También una vez metido en estos círculos, te das cuenta la cantidad de gente que pide a DIOS por la sanación de esos tumores -que sufrimos-, tanto niños, como adultos.

Claro que es lícito pedir algo aparentemente bueno, DIOS sabe si convendrá o no. Lo que sé es... que Jesús me quiere, que me oye, que cuando estuvo entre nosotros jamás despreció la llamada de un enfermo, antes bien todo lo contrario, se hacía el encontradizo. Yo tengo mucha fe.., hay que dejarle a ÉL. Que sabe cuando, como y porque. En sus manos estoy.

Pero también quiero decir que vengo observando, tristemente, que a pesar de toda esa profusión de peticiones por la sanación física de los cuerpos..., muy pocos piden oración por los tumores del alma, tumores espirituales, que existen, que se ven y que también se derraman sobre el mundo como una catarata de lodo que enturbia y oscurece, ahoga y mata.

Por eso pienso que estos cánceres corporales, a pesar de la importancia de la enfermedad, no son nuestro problema más grave.

Alguien me dijo una vez que es preferible tener un cáncer en el cuerpo, y no en el alma. Para mucha gente sonará extraño, porque se conoce muy bien el cáncer de la carne, sin embargo es bastante desconocido el cáncer espiritual, en sus alcances y consecuencias. Nuestra pobre alma, a pesar de que nuestro cuerpo goce de vida plena, puede estar muerta, muerta a la Gracia. Por eso es que una confesión bien hecha o conversión, es siempre el milagro más grande de todos, porque es simplemente una resurrección de nuestra alma, una vuelta a la vida de Gracia.

Una cosa más me viene al pensamiento y tiene que ver mucho con esa nueva evangelización de la que tanto nos está hablando el Papa en este AÑO DE LA FE:

Mientras que vemos como está sociedad agoniza..., nosotros tenemos la vacuna contra ese terrible cáncer espiritual que está hoy corrompiendo al mundo, matando su alma. ¿Seremos tan necios de dejar la medicina salvadora, guardada, no compartida?... Los que sabemos de sus beneficios, inmediatamente salvíficos, no podemos callar, habrá que hablar y actuar con urgencia, como lo hacen los médicos con estas lacras. Esa es nuestra responsabilidad. -¡ineludible!-.

Está claro que es preferible un cáncer del cuerpo, que no mata el alma, y no un cáncer espiritual, que trae acarreada la muerte eterna. Un cáncer del cuerpo puede ser, en cambio, la puerta a la resurrección del alma.

Nadie, No sabemos nadie, ni yo tampoco, que tiempo nos queda: ¿años?, ¿meses?, ¿días?, ¿horas?, ¡sólo Dios lo sabe! Solo ha de preocuparnos la salvación del alma, la nuestra y las de los prójimos, a los que hemos de amar como si fuésemos nosotros mismos.

DioS en su momento, cuando llegue, derramará su misericordia, Dios es Amor y quiere entregarnos ese Amor por toda la eternidad....

No nos hace falta saber más... y sabiendo eso ya... seremos sabios:
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"La ciencia más acabada

es que el hombre en gracia acabe,

pues al fin de la jornada

aquél que se salva, sabe;

y el que no, no sabe nada."

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